Wednesday, February 22, 2006

Disfrutar la soledad


El otro día, pensando en algún argumento para una historia (ojo, ya está copyrighteada, así que si a algún sapo se le ocurre copiarla... le corto el cuello!), se me vino a la mente una situación muy peculiar, además de intrigante. ¿Qué pasaría si un escritor se aislara de todo aquello que pueda influenciar, beneficiar su obra? (lecturas, contactos y más).

Pienso yo que sería algó único, original. Por otro lado, no sé hasta qué punto sería beneficioso o perjudicial.

En mi voladera, imaginaba que este hombre produjo una obra extensa, perfecta, totalmente inigualable; claro que solamente fue conocida luego de muerto.

Él, tomó la precaución de entregar su obra a una editorial antes de morir, cuando ya sentía que no podía crear más.

Como siempre, los envidiosos aparecieron. Decían: si, aquí hay una influencia de este, por acá de otro, y así.

Al final, se descubre luego de muchas pesquizas -típicas de aquellos sufridores que quieren saber hasta cuál era el color de la mierda del enemigo- para saber quién era y de dónde venía el genio este tipo, que su casa no tenía un solo libro, solamente un escritorio, una lámpara, plumas y papeles; y para rematar, un reporte científico revela que el cerebro emite sus ondas de pensamiento en diferentes frecuencias donde otras no pueden intervenir.

Así, nuestro personaje literalmente goza de una buena paja en su tumba y les da dos golpes de verga en la cara a todos quienes lo criticaban: una, por que no hallaron pruebas de sus "influencias" y otra, porque científicamente, le dieron la razón.

Abro el foro: ¿creen ustedes que se pueda escribir excelentemente sin influencias? Que broten sus comentarios.

Monday, February 13, 2006

Rostros azules

El otro día me conecté al messenger. Quería explorar mi lado voyeurista. -¿Alguien tiene web cam?- pregunté en una sala de chat. Casi dos segundos después aparecieron cinco ventanas emergentes. La desesperación. Solo así se justifica que seres solos acudan anónimamente a conseguir un poco de sexo virtual.

-Dame tu msn- Lo doy.
-Hola : ), cómo te llamas- Le doy mi nombre.
-Quiero verte- le digo. Me da lo que quiero.

Y así, fluyó de mi como espermas, jadeos y gritos, mil y un cosas de esas que solo se dice en la cama. Groserías diría la vieja pedorra burguesa, la dama del Opus Dei, el abuelo hipócrita, el diputado social cristiano. Sinceraciones más bien, palabras verdaderas, en este caso; solo que no se dicen directamente a alguien que se ve y se toca. En este caso, son palabras lanzadas abiertamente, no por debajo de la mesa como esos viejos y viejas lo hacen en sus reuniones.

Hay dos rostros azules a ambos lados de la cámara, los dos quieren deseo.

Acabamos. El monitor se apaga y salgo a la calle.

Lo hago en el trabajo, de madrugada, cuando nadie me ve.

Día nuevo y regreso al ruedo. Entro a un cyber, uno de esos en los que casi no ve tu pantalla y exploro, selecciono y miro. Salgo.

Las ganas fluyen, se desbordan. Camino y no puedo más. Llego a un rincón oscuro y le entrego a las plantas lo que debería entregarle a mis amantes. Me importa un huevo si me atrapan, estoy feliz.

Al día siguiente paso nuevamente por el rincón y me imagino si algún día crecerá una planta en ese lugar que lleve mi rostro, mi nombre. Huevadas.

Solos sí resistimos, podemos con nosotros mismos. Sin embargo, cuando nos toca enfrentar lo real, no podemos.

La carne como que a veces no tiene gusto. En esos casos, lo mejor es instalarse frente a una pantalla, transformar tu rostro al azul y esperar que el monitor pierda también el gusto. Solo ahí es recomendable volver a la carne, y viceversa.

Saturday, January 07, 2006

Un poeta fascinante

Escribir en Ecuador es desde ya una odisea. Pero escribir obras cuya temática gira en torno a la homosexualidad, eso sí es (valga el término) tener huevos.

Hace 4 meses viajé a Cuenca y descubrí en una de sus librerías precisamente algo que demostraba lo que aquí he referido.

Una joyita bibliográfica, y además, revolucionaria. Se trata del poemario "A la sombra del corsario" de Franklin Ordóñez Luna (Loja, 1973).

En Ecuador, la temática homosexual en la literatura se ha tratado muy poco. Como siempre, Pablo Palacio -nuestro gran vanguardista- la trató indirectamente en el cuento "Un hombre muerto a puntapies". Eso, allá por los años 30.

Últimamente, desde 1985 para acá, ha surgido una camada de escritores nacionales que se han liberado de los prejuicios y han decido dar un paso en nuestra cerrada y conservativa literatura.

Son Roy Siguenza, Cristóbal Zapata y -por supuesto- Franklin Ordóñez, de quien este post trata.

A excepción de Zapata, Siguenza y Ordóñez no son cuencanos; pero han centrado el desarrollo y divulgación de su producción literaria en esta ciudad.

Dejemos estos antecedentes y dediquémonos mejor a lo que atañe este post.

Me tomaré el atrevimiento de publicar tres poemas de Ordóñez, de su libro "A la sombra del Corsario", publicado por la Universidad de Cuenca en su colección La (h)onda de David en el año 2004, y uno tomado de la página del IX Encuentro Nacional de Literatura Ecuatoriana realizado el 2005 en Cuenca.

Sé que Franklin será un gran escritor. Bien por ti, has decidido romper algo que hace mucho tiempo tenía que ser liberado.

Disfrútenlos.


Noche a Lesbos

Somos diez rumbo a Lesbos. El adolescente es el último que trepa a la barca. Se sienta a mi lado.
Troya es humo y cenizas. Duermo (Héctor doma mariposas, baila con caballos).
Su pierna contra la mía me despierta.
Deslizo mi mano, tomo la suya. Somos dos camino a Lesbos.


La aldea donde juega Cástor

(El árbol del pan ha florecido.
La tierra quemada es nido para aves.
Las trompas de las montañas gritan tu nombre)

Dómame con besos, potro desbocado.

Cuenca, 2002


Esperando a Aquiles

Todas las tardes el joven va a la orilla del mar y entre la bruma busca un carruaje halado por caballos. Sobre el carro al héroe de batalla. Esa tarde escucha las oraciones que navegantes han inventado al guerrero. Algún día apareceremos en sus sueños, juntos. Por boca de nuevos muertos sabe que en la isla donde creció el amado, la llamada de Aquiles, se comienzan a levantar templos. Sobre un acantilado ve muros de mármol, en su interior el altar donde el guerrero viste su armadura. Una inscripción hablará del amor y los amantes, de la locura del sobreviviente al perder al amado. Del corazón marchito del amado esperando el encuentro.

Enciende fuego. Con piedras y ramas de mandrágora levanta altares. Sobre un mantel coloca pan, dos copas de vino. No sabes cómo me atemoriza que no des conmigo, que en tu viaje al país de los muertos me olvides. Hay veces que tomo ramas encendidas y las alzo al aire, grito aquí estoy, mírame, soy Patroclo... Por ti me embriagaría con la sal de los mares, bebería las rocas y sus huesos.

Siempre comentaste mi impaciencia. Pero tengo miedo que me encuentres diferente, lleno de años y vacío. Tengo miedo a olvidar tu voz; se están borrando los bajeles que tatuaste en mi ombligo. Tengo miedo de que olvides las caricias de mis labios; mis manos con las que aprendí las líneas de tu cuerpo. Hay veces que me invade el terror y te imagino en otros brazos. Qué sería de nosotros si no hubiera jugado al héroe. Peleé para ti, intenté sorprenderte. Pero los dioses estaban con Héctor. Esa mañana me contemplabas desde el lecho.
-Eres un niño- me dijiste.
Sonriente me vestí con tus prendas; me armé con tu lanza, tu escudo. Salí al campo de batalla. Aquiles, más duele tu silencio que las heridas.

Cuenca, 2003
(De "A la sombra del corsario", Cuenca, 2004)
Bar del Infierno

A Oscar Villegas
Unos pasean sus falos. Otros estamos en calzoncillos.
Abajo, en el sótano, el semen da volteretas: escucho sus pasos, su cansancio al trepar las paredes.
Me atrevo y bajo. Abro mis puertas

Sobre el mito de Ganímedes

Mitología griega:

Joven raptado por Zeus. Ganímedes era "el más bello de los mortales", príncipe de la familia real de Troya y descendiente de Dárdano. Pastoreaba con su rebaño sobre una montaña, cerca de Troya, cuando Zeus lo vio y se enamoró apasionadamente de él. El dios se transformó entonces en águila y se lo llevó por los aires hasta el Olimpo, donde le convirtió en copero de los dioses. Allí vertía el néctar en la copa de Zeus. El águila que le transportó por el aire fue convertida en constelación.

Lengua:

Un ganímedes es un joven apuesto y complaciente ("los ganímedes de formas lascivas", Apollinaire). Con su nombre se bautizó el principal satélite de Júpiter.

Literatura

El rapto de Ganímedes ha sido una fecunda fuente de inspiración para la literatura griega y romana desde Homero (Ilíada, V, 265, y ss: XX, 232 y ss.) hasta Ovidio (Metamorfosis, X, 155 y ss.). El tema también fue tratado durante el barroco: Júpiter a Ganímedes, soneto de Juan de Arguijo (1605); Júpiter vengado o Fábula de Criselio y Cleón, comedia de Diego Jiménez de Enciso. (1632)

Iconografía

En las artes plásticas y visuales, hay diversas representaciones del mito: "Zeus raptando a Ganímedes", terracota griega, h 480 a. C., Olimpia; "Ganímedes", escultura, siglo IV d. C., Granada; En un vaso griego, 470 a. C., Atenas.
Sobre el mismo tema, un lienzo de Rubens, elaborado en 1636 y expuesto en el Museo del Prado, en Madrid. (Es el que ilustra estas páginas y el que aparece en mi perfil, ja!). También está el Ganímedes de Rembrant (siglo XVII, Dresde); "Ganímedes", bronce de Benvenuto Cellini, siglo XVI, Florencia; "Ganímedes", una escultura de José Álvarez Cubero elaborada en 1818 y que reposa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

Animadversión por lo común

Me da asco lo común, no soporto lo convencional; por eso me entregué al águila, aquella que me sedujo con una forma distinta de mirar el mundo.

Volé con ella, y lo seguiré haciendo. Nadie me cambiará.

Ahora, escribiré, y lo seguiré haciendo.

La putrefacción de mi medio no me permite expresar lo que siento y deseo. Es por eso que lo haré en estas páginas.

Veo atrás muchas cosas. Ya no existen. Adelante está todo. Lo que tengo que probar.

Soy Ganímedes. Dejaré que el águila vuele y me lleve con ella al Olimpo.

Incrústame tus garras, quiero ser tu presa